Son muchos los entornos plenos de riqueza artística que turistas y visitantes desean admirar y disfrutar en sus viajes. En estos recorridos, hay personas que presentan malestares característicos que han llamado la atención tanto de la comunidad médica como de grupos con intereses turísticos o artísticos del mundo entero. Esta afección psicosomática ha comenzado a reportarse y describirse desde apenas las últimas décadas del siglo próximo pasado. Entre los síntomas observados se mencionan: temblores, taquicardia, fatiga, sudoración, mareos y hasta desvanecimientos.
¿Cuándo aparecen estos síntomas? Suelen mostrarse cuando los visitantes se encuentran en lugares donde pueden contemplar una alta concentración de obras de arte, palacios, museos, galerías o sitios donde han ocurrido eventos de gran relevancia cultural. Especialmente, en viajeros muy sensibles, que se trasladan con el propósito exclusivo de contemplar una obra de arte o una exposición de algún artista por el que sienten profunda admiración.
Al conjunto de síntomas que muestran los afectados por este padecimiento, se ha dado por llamar síndrome de Stendhal, en honor al famoso escritor francés, más conocido por su seudónimo Stendhal. En el siglo XIX, específicamente el 22 de enero de 1817, Henry-Marie Beyle (1783-1842) o Stendhal, se encontraba en Italia visitando varias poblaciones. Sus experiencias, al recorrer sitios en donde se concentra gran cantidad de piezas artísticas de extraordinaria belleza, desencadenaron en su estado anímico, los síntomas de esta enfermedad.
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El síndrome de Stendhal se describió por primera vez en Florencia, Italia
Luego de un largo viaje, el célebre escritor francés se encontraba en las calles de Florencia fascinado por las fachadas, frescos, esculturas y cúpulas, cuando comenzó a experimentar quebrantos de salud. Justo, al salir de la Basílica de la Santa Croce dijo sentir emoción por las Bellas Artes, con “sensaciones celestes”. En este estado anímico podía advertir el latir de su corazón, una sensación de agotamiento de su vida y miedo a caerse. Mientras sudaba y sentía vértigo, tuvo que sentarse para calmarse y reflexionar. A causa de esta indisposición de salud, buscó atención médica y luego de ser examinado, el galeno le explicó que sufría una sobredosis, pero de belleza.
Así lo describe en el libro que publicó posteriormente, titulado “Nápoles y Florencia: Un viaje de Milán a Reggio”. Esta se considera la primera referencia histórica del síndrome de Stendhal, y es la razón por la que también se le llama síndrome de Florencia. Otros nombres con los que se le conoce son: mal o estrés del viajero o también, mal de los museos.
Estar en presencia de un conjunto de obras de arte, durante corto tiempo en un mismo lugar puede perturbar el estado de ánimo de personas sensibles, cuando se sobrecargan sus sentidos. Después de todo, también pueden mostrarse reacciones emocionales extraordinarias mientras se disfruta de un concierto, pues puedes sentir, por ejemplo, cómo se eriza tu piel con una canción. Pero también, cuando al mirar una película donde se exalten valores altruistas o pasiones profundas, no puedes detener el llanto o en aquellas de horror sientes cómo se acelera tu pulso.
¿En qué consiste? En 1979, Magherini define el síndrome por primera vez
Doscientos años después de que Stendhal describiera los síntomas que sufrió en Florencia, a finales de los 70’s la psiquiatra italiana Graziella Magherini, lo definió como síndrome de Stendhal. Esta académica de la universidad de Florencia reunió documentación de más de cien casos con sintomatología similar, entre los turistas y visitantes extranjeros del arte florentino. Todo este trabajo lo compiló durante dos décadas de labor en el Hospital de Santa María Nuova de Florencia.
El síndrome consiste en un cuadro de síntomas de carácter psicosomático (dada su relación mente-cuerpo), producida por la saturación de los sentidos ante la contemplación de la belleza durante corto tiempo. Después de todo, desde el punto de vista del célebre psicólogo Carl Jung y la psicología analítica, “el síntoma puede ser una expresión creativa de la psique”.
Hoy, en la psicología clínica se reconoce el síndrome de Stendhal como una afección psicosomática. Sin embargo, hay quienes se oponen a esta categorización y, en su lugar, lo consideran obra de la sugestión pues, en la mayoría de los casos, los síntomas son leves. Más que la sobreexposición a la belleza, acusan que son otras las causas de los malestares. Señalan que estos síntomas también pueden presentarse a causa del hambre, la temperatura del lugar, el jet lag (desfase horario de los viajeros), la fatiga o la deshidratación de los turistas.
Otros críticos señalan que la popularización del turismo se ha aprovechado de la divulgación del síndrome de Stendhal a partir de diagnósticos exagerados. Todo esto con el fin de generar publicidad hacia los sitios artísticos y, así, atraer más viajeros. Según esta teoría, si aumentan los casos reportados del síndrome de Florencia, también aumentará el prestigio artístico del lugar y de la obra. Expresan que el interés sobre esta afección es más económico que científico.
A pesar de las dudas, en la actualidad la mayoría de la comunidad científica lo considera una patología y son menos quienes lo ven como el resultado de la sugestión. Además, hay que aclarar que el síndrome de Stendhal no está considerado como un trastorno mental. Es una afección temporal que se da en personas de gran sensibilidad, admiradores de las obras de arte y de escenarios de gran belleza, repletos de significado histórico-cultural.
¿Cuáles son los síntomas del síndrome de Stendhal?
Los principales síntomas de este síndrome pasajero son los siguientes:
- Fatiga
- Sudoración
- Aumento del ritmo cardíaco
- Confusión
- Ansiedad
- Sofocación
- Emociones extremas de placer, alegría o tristeza
- Mareos y visión borrosa
- En casos graves puede causar crisis de pánico, amnesia, delirios o alucinaciones, desmayos y depresión.
Aunque este síndrome puede afectar a cualquiera, es más común entre los turistas que acuden a admirar obras de arte por su belleza, pues estas piezas representan para ellos una poderosa inversión emocional. De manera que, así se acuse a quienes la padecen de estar predispuestos a sufrir el síndrome de Stendhal, es una realidad y quien la padece puede requerir atención médica.
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