Para protegernos de las infecciones y otras enfermedades, el organismo cuenta con el sistema inmunológico, que es la defensa natural que tiene el cuerpo. El sistema inmunológico, para ejecutar ese gran trabajo de seguridad y protección, cuenta con un conjunto de células llamadas monocitos.
Son un tipo de glóbulos blancos y, en particular, son los encargados de defendernos contra cuerpos extraños, ya sean bacterias o virus. De acuerdo a estudios hematológicos, se ha establecido que entre un 2 y un 10% de los glóbulos blancos presentes en la sangre son de este tipo.
Son producidos por la médula ósea, donde permanecen varias horas en el torrente sanguíneo antes de salir de la sangre y viajar hacia otros tejidos. Después de esa breve permanencia en circulación, viajan hasta los ganglios linfáticos, el bazo y otras cavidades internas o lugares del cuerpo donde cambian de nombre. En el hígado, se conocen como células de Kupffer; en el sistema nervioso, son microglías y, en la epidermis, son células de Langerhans.
Al salir de la sangre y llegar a estos tejidos, sufren un proceso de diferenciación celular, produciendo unas nuevas células llamadas macrófagos. Estas son las encargadas de destruir tanto microbios y organismos patógenos como células defectuosas y células muertas.
Sin importar el lugar donde estén en nuestro cuerpo, para la ciencia médica son claros indicadores de una buena salud, porque nos ayudan a mantenerla. Por ello, es primordial conocer para qué sirven y sus valores normales.
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Los Monocitos
Son un tipo de glóbulos blancos o leucocitos, con un solo núcleo grande y redondo, producidos en la médula ósea. Representan entre el 3 y el 7% de todos los glóbulos blancos que existen en el organismo.
Los cambios de su presencia en la sangre indican lo saludables que estamos. Si están altos, hay monocitosis y, si están bajos, hay monocitopenia.
Función principal
La función de los monocitos es eliminar organismos extraños, así como también eliminar células defectuosas o muertas y, así, mantenernos sanos. De esta forma, protegen el cuerpo de ataques de agentes externos, como los virus o las bacterias, asegurando que no dañen nuestra salud.
Después de cumplir con su trabajo de limpieza eliminando organismos patógenos, estas células mueren casi automáticamente, teniendo un promedio de vida de apenas tres días.
Cuando sufren alteraciones en nuestro organismo, estas células pueden generar algunas enfermedades inflamatorias como arteriosclerosis o artritis, al aumentar su presencia en la sangre. Normalmente, las anomalías en el organismo por grandes cantidades de monocitos son más frecuentes que por cantidades bajas de ellos.
Valores normales
Los valores normales de los monocitos van de 2 a 10% del total de glóbulos blancos, es decir, de 300 a 900 monocitos por mm3 de sangre, aproximadamente.
Normalmente, los cambios en la cantidad de esta clase de glóbulos blancos no producen síntomas en las personas, así que estas alteraciones solo se conocen por medio de un análisis de sangre.
Los valores normales que sirven de referencia en un análisis de sangre son los siguientes:
Valores normales en adultos
En adultos, los valores normales van de 3 a 8% de los glóbulos blancos, es decir, de 150 a 800 monocitos por mm3 de sangre.
Valores normales en niños y adolescentes
En niños y adolescentes, los valores normales van de 4 a 10% de los glóbulos blancos, es decir, de 200 a 1.500 monocitos por mm3 de sangre.
Valores normales en recién nacidos
En niños recién nacidos, los valores normales van de 4 a 10% de los glóbulos blancos, es decir, de 360 a 3.000 monocitos por mm3 de sangre.