Nuestro tracto digestivo constituye todo un complejo ecosistema. Al igual que en la piel, el cabello, o el aparato urinario-vaginal, a lo largo de todo el sistema digestivo conviven cientos de millones de microorganismos de diferentes especies, principalmente bacterias fundamentales para nuestra salud.
Al romperse el equilibrio entre los distintos componentes de la biota intestinal -microorganismos favorables versus potencialmente patógenos- se produce lo que se conoce como disbiosis intestinal.
Es tan importante el equilibrio de estos microorganismos para mantener una buena nutrición, el sistema inmunitario a tono, y hasta nuestra sanidad y capacidad mental (autismo, ansiedad, depresión, trastornos neuronales), que los académicos han llegado a calificar a los intestinos como un “segundo cerebro”. Por tanto, evitar la disbiosis intestinal constituye un reto fundamental en el mantenimiento y calidad de la vida.
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¿Qué ocurre específicamente en la disbiosis intestinal?
Cuando cambia la proporción entre las bacterias útiles y patógenas en el tracto digestivo (en número y diversidad de especies), puede que las favorables no logren resolver adecuadamente las funciones de absorción del intestino, protegiendo la buena salud de la persona; a su vez, esto genera condiciones que mantienen un exceso de flora patógena, generando el establecimiento de la disbiosis intestinal.
La consecuencia inicial, directa, es una absorción de nutrientes incorrecta a nivel de las vellosidades intestinales, asociada -en ocasiones- con cambios de permeabilidad intestinal que pueden derivar en desnutrición o desarrollo de alguna toxicidad particular.
Si la condición de desequilibrio permanece, sin corregirse las causas que la originaron, puede llegarse al desarrollo de enfermedades crónicas comunes en la vida moderna, como:
- Obesidad
- Diabetes tipo 2
- Alergias cutáneas y alimentarias
- Asma
- Diarrea crónica
- Enfermedades hepáticas
O bien, la manifestación de enfermedades autoinmunes, como:
- Celiaquía
- Síndrome del intestino irritable
O también, enfermedades graves, como:
- Colitis ulcerativa (enfermedad de Crohn)
- Cáncer colorrectal
Ahora bien, ¿cómo podemos intuir que estamos padeciendo disbiosis intestinal? Y, ¿cómo llegar a evitarla? Revisemos inicialmente las causas que pueden desencadenar esta afección, y luego los signos y síntomas que hacen sospechar que estamos sufriendo una disbiosis intestinal.
Causas que originan la disbiosis intestinal
Entre las situaciones que derivan en este desequilibrio, encontramos:
- Alimentación inadecuada. Es la principal causa que lleva a la disbiosis intestinal. Una dieta sin ingesta de suficientes vegetales, especialmente crudos y frutas -y en consecuencia, de fibra dietética- así como exceso de grasas, carbohidratos refinados y proteínas, termina alterando el equilibrio de la microbiota alojada a lo largo del tubo digestivo, en especial la del intestino delgado.
- Uso indiscriminado de antibióticos. Barren con gran cantidad y diversidad de bacterias de la flora intestinal favorables para la adecuada degradación del alimento y absorción de nutrientes.
- Algunas enfermedades autoinmunes, como la celiaquía (intolerancia al gluten), la enfermedad de Crohn, o padecimientos como el síndrome del intestino irritable.
- Tabaquismo.
- Estrés mantenido.
- Falta de actividad física. Genera la disminución de movimientos peristálticos y movilidad intestinal, retrasando el desalojo de las heces fecales.
Síntomas de la disbiosis intestinal
Si bien los principales síntomas de este trastorno pueden presentarse en el tracto digestivo, hay señales de manifestación temprana en otras zonas del cuerpo que indican -en mayor o menor medida- que estamos en presencia de este desequilibrio intestinal.
Entre los síntomas de disbiosis intestinal tenemos:
Extra digestivos:
- Prurito o escozor, especialmente después de comer
- Acné
- Eccema
- Cefaleas y migrañas
- Irritabilidad
- Inflamación dolorosa de articulaciones
- Dolores musculares
- Sensación de fatiga permanente a pesar del descanso
- Debilidad
- Problemas de sueño
Digestivos:
- Flatulencia y meteorismo
- Sensación de inflamación abdominal
- Distensión estomacal
- Diarrea o estreñimiento crónicos
- Retortijones y cólicos
- Náuseas
- Vómitos
- Heces con grasa (esteatorrea)
- Diverticulitis
- Síndrome de colon irritable
- Enfermedad de Crohn (enfermedad intestinal inflamatoria)
- Déficit crónico de vitamina B12
Una vez conocido lo necesario para identificar la disbiosis intestinal y sus consecuencias negativas para la salud, veamos qué acciones podemos llevar a cabo para evitar que se desarrolle en nuestro sistema digestivo.
¿Cómo evitar la disbiosis intestinal?
Antes de sugerir acciones concretas para mejorar nuestros hábitos de vida, hay que explicar un poco sobre la presencia de lo que hemos llamado “microorganismos favorables” versus “patógenos”.
Entre los microorganismos a los que debemos favorecer su presencia en nuestro tracto digestivo están principalmente bacterias de los géneros y especies:
- Escherichia coli
- Lactobacillus sp
- Bifidobacterium sp
- Bacteroides sp
- Prevotella sp
Entre los microorganismos oportunistas y patógenos que debemos evitar en nuestro tracto digestivo están:
- La levadura Candida albicans
- Los hongos del género Aspergillus
- Clostridium difficile
- Salmonella sp
- Yersinia sp
- Klebsiella sp
- Steptococcus sp
- Pseudomonas sp
- Staphylococcus aureus
- Cepas de Escherichia coli Lac-
- Parásitos de tipo nemátodos y platelmintos
- Virus
Nutrición para evitar la disbiosis intestinal
“Somos lo que comemos”, por lo que cada vez mas los especialistas en diversas ramas de la medicina están de acuerdo en que la nutrición es la base de la buena salud, y dicha nutrición adecuada se refleja en primer término, y de forma directa, en el equilibrio de la ecología desplegada en nuestro intestino.
Entre los hábitos que se recomienda seguir para mantener una flora intestinal en equilibrio, asegurando una correcta absorción a nivel de las vellosidades intestinales y el correcto desalojo de los desechos de la digestión, están:
Beber suficiente agua
Consumir:
- Probióticos (microorganismos bacterianos que contribuyen a la correcta absorción intestinal) como: Lactobacillus paracasei Lpc-37, Lactobacillus NCFM, Bifidobacterium lactis BI-04n y Bifidobacterium lactis Bi-07
- Prebióticos, en forma de vegetales fermentables no digeribles (fibra dietética), que estimulan el crecimiento bacteriano favorable; entre ellos, frutas y hortalizas frescas, y granos.
- Cantidades moderadas de proteína de origen animal
Evitar:
- Harinas y azúcares refinados
- Exceso de grasas
- Alimentos procesados
- Bebidas azucaradas
- Exceso de alcohol
Favorecer:
- Actividad física moderada
- Suficiente descanso
Recomendación: qué es la glucosa basal.