El dolor lumbar, lumbago, o mas técnicamente, lumbalgia, es producto de una inflamación dolorosa, de curso agudo, que se localiza en la zona baja de la espalda, antes del comienzo de los glúteos, y que irradia alrededor. Es una dolencia con etiología variable, de variado tiempo de duración y que es la causante del mayor porcentaje de bajas por reposo médico en el ambiente laboral en la población menor de 50 años.
La Sociedad Española de Reumatología estima que 85% de las personas sufrirán al menos un episodio de lumbago en su vida, y parte de la población lo hará de forma recurrente, aunque no se considere una dolencia crónica. El 95% de los episodios no se asocian con ninguna patología específica, siendo diagnosticados como “lumbalgia mecánica inespecífica”. Sin embargo, en ocasiones la denominación de “lumbago” puede esconder patologías crónicas, como espondilitis, fracturas, o lesiones infecciosas o neurológicas, como la presión sobre el nervio ciático.
La mayor parte de los episodios de lumbago se deben a sobrecarga y mala distribución del peso sobre la base de la espalda, por adquirir y mantener malas posturas, realizar sobreesfuerzos recurrentemente, o por acumulación de tensión en esa zona, producto de ansiedad y stress. Ninguna de estas condiciones acarrea una dolencia física específica caracterizada como patología, pudiendo ser revertidas siguiendo recomendaciones de higiene postural y ejercicios funcionales que aseguren no recaer en un nuevo episodio de dolor o tensión.
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¿Qué hacer en caso de crisis aguda de lumbago?
Contrariamente a lo que podría considerase apropiado, los médicos recomiendan mantenerse en actividad:
- Hacer vida normal lo más posible, desarrollando actividades cotidianas hasta donde permita la molestia o el dolor.
- Consultar al médico; quien valorará la dimensión de la crisis e indicará tratamiento.
- Evitar, en lo posible, reposar en cama. Salvo en crisis extremas, donde el reposo acostado es condición obligatoria para su remisión, el lumbago se beneficia del movimiento.
- Combinación de frío/calor en la zona lumbar. Si bien no hay consenso, ni pruebas científicas fehacientes sobre la eficacia del tratamiento térmico sobre el lumbago, la mayoría de los pacientes manifiestan sentir remisión parcial del dolor si se comienza aplicando compresas frías durante uno o dos días. Luego, recomiendan cambiar a tratamientos de calor durante lapsos de 20 minutos diarios, hasta la remisión de las molestias.
- Realizar ejercicio físico. Si bien durante los primeros días de crisis aguda está contraindicado, el ejercicio habitual mantiene la flexibilidad, fortalece el sistema muscular y tonifica los abdominales y zona lumbar, necesarios para apoyar al sistema esquelético, equilibrando la carga, tanto al caminar, como al yacer de pie, sentados o acostados. Los paseos y ejercicios de estiramiento suave ejercen su acción ayudando a mejorar las crisis de lumbago. Rutinas de ejercicio, como Tai-chi, yoga, Pilates, natación, o gimnasia dirigida, benefician al paciente de forma integral, alejando la posibilidad de una nueva crisis lumbar.
- El médico puede indicar la acción de un fisioterapeuta que ayude a superar la crisis. Su actividad comenzará al menos dos semanas después del pico de agudización del lumbago. En una primera etapa, puede proporcionarnos masajes suaves y estimulación eléctrica para revertir la contractura muscular, y luego nos indicará los ejercicios que permitirán fortalecer específicamente las áreas lumbar y abdominal, y corregir hábitos posturales erróneos.
¿Cuánto tiempo suele durar una crisis de lumbago?
Dependiendo del grado de contractura y nivel de inflamación, un episodio agudo de lumbago dura entre 2-4 días hasta varias semanas, dependiendo de si es consecuencia de mala postura, o de sobreesfuerzo sin adecuada tonificación muscular abdominal y lumbar de apoyo a la fuerza desplegada, por ejemplo, cargando y levantando pesos inadecuadamente.
La mayor parte de las veces, la remisión se produce espontáneamente luego de un rato, pero si se mantiene recurrentemente, no cediendo con la modificación del patrón que la causó, puede terminar produciéndose una contractura, requiriéndose entonces varias semanas para la remisión. El tiempo que tome revertir la crisis dependerá de las acciones para corregir la situación y prepararnos adecuadamente para no recaer.
Acciones preventivas
Cuidados posturales
La higiene postural es la base para evitar la aparición de los episodios leves de lumbago, y de algunas crisis agudas. Según los fisiatras, la adquisición de buenos hábitos de postura es fundamental para prevenir el lumbago, y debería ofrecerse orientación al respecto en las escuelas, desde niños.
Otro punto vulnerable en las crisis de lumbago, es la posición que adquirimos al dormir, y el soporte del colchón a esa postura de la columna vertebral en la cama, mientras dormimos. La selección de un colchón que permita una postura adecuada de la columna, debe ser aquella que nos permita yacer sobre una superficie suficientemente blanda para que se adapte a la curvatura correcta de la columna vertebral, y suficientemente rígida para contenerla y darle soporte. Por lo general, los mejores colchones no son los mas rígidos, ni los mas blandos, sino uno intermedio con tendencia a la rigidez.
Existen otras dos condiciones posturales que cuidar para evitar el lumbago. La primera, se refiere a la postura a adoptar si debemos permanecer tiempo de pie, inmóviles, y es colocar un pie sobre un banco pequeño, elevando una pierna sobre el nivel del suelo, retirando así tensión del área lumbar. La segunda, se refiere a la forma cómo nos sentamos en nuestro vehículo. En este caso, debemos asegurarnos poder hacer contacto total entre nuestra espalda y el respaldo del asiento.
Ejercicios de reforzamiento
La tonificación de la musculatura que soporta a la columna vertebral, así como la de toda la región abdominal, superior e inferior, es fundamental para la contención, apoyo y equilibrio de nuestro tórax y abdomen. Muchas personas que sufren de crisis recurrentes de lumbago tienen una pobre condición física, sobre todo referente a su desarrollo y tono muscular abdominal.
¡Baile!
Bailar produce endorfinas, además de tonificar y relajar, entre otras, la musculatura de las zonas abdominal y lumbar. Bailando, estará realizando 2×1: se ejercitará y relajará a la vez, evitando la posibilidad de una nueva crisis.
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