Entre las tareas que lleva a cabo nuestro cuerpo, la regulación de su temperatura es una de las piezas clave para que pueda funcionar correctamente el metabolismo, en especial, todos sus sistemas enzimáticos.
La temperatura corporal está regida de forma autónoma por el sistema nervioso, y modulada a su vez por el sistema endocrino. Cuando nos vamos a dormir, el cuerpo pasa de un estado de alerta-acción a un estado de reposo-recuperación, de forma que, al entrar en este último al inicio del sueño y reducirse drásticamente la actividad motora, el exceso de energía que estaba siendo generada para desarrollar la actividad en vigilia se comienza a disipar en forma de calor, por lo que aumenta transitoriamente la temperatura de nuestro cuerpo, y aparecen los sudores nocturnos.
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La sudoración
La sudoración es la respuesta del cuerpo a una necesidad de ajuste a las condiciones óptimas de temperatura fisiológica. Los sudores nocturnos aparecen como respuesta a una alteración de dicha condición de normalidad, pudiendo estar relacionados con causas físicas del entorno, o bien de origen medicamentoso o médico.
Si el evento de sudoración es transitorio, este cesa poco después de que se entra en el sueño, y no se repite sucesivamente durante la noche; pero, si los episodios de transpiración son reiterados y con sudoración profusa durante el descanso nocturno, hablamos entonces de lo que en general se denominan sudores nocturnos. Esta condición se presenta en 34% de los adultos, y cuando llegan al punto en el que nos obliga a cambiarnos de ropa y de sábanas durante la noche, es hora de acudir al médico para evaluar y corregir sus causas. Revisemos entonces las causas más comunes de los sudores nocturnos.
¿A qué se deben?
Son tres los orígenes posibles de los sudores nocturnos. Por condiciones físico-ambientales, por efecto de ciertos medicamentos o por razones de índole médico.
Condiciones físicas
En general, el consumo de una cena copiosa, o con presencia de ingredientes termogénicos (algunas especias, picante, café, té, alcohol, azúcares y grasas saturadas), la actividad física intensa poco antes de conciliar el sueño, el aumento de la temperatura del dormitorio, la ropa de dormir y de cama demasiado abrigada o sintética, o un colchón con cubierta térmica, pueden ser la causa de un evento de sudoración excesiva. Estos casos no tienen por qué ser recurrentes y pueden corregirse con facilidad.
Causas medicamentosas
La ingesta de ciertos fármacos puede estar relacionada con la aparición de sudores nocturnos. La literatura médica refiere que algunos de los medicamentos siguientes pueden provocarlos, como efecto secundario de su acción terapéutica:
- Antipiréticos.
- Antidepresivos.
- Antihipertensivos.
- Hipoglucemiantes.
- Terapias hormonales.
- Drogadicción y síndrome de abstinencia.
Causas médicas
La mayor parte de los episodios de sudores nocturnos más notorios son derivados de alguna condición médica, ya sea benigna o maligna, entre las que se encuentran:
- Síndrome post menopáusico.
- Tratamiento de reducción de testosterona por tumor hormonal de próstata.
- Hipertiroidismo mal controlado.
- Infecciones bacterianas o víricas, localizadas o sistémicas, como gripe, tuberculosis, endocarditis, VIH, histoplasmosis, paracoccidioidomicosis, brucelosis, osteomielitis, abscesos pleurales y pulmonares, así como infecciones localizadas con abscesos purulentos.
- Desórdenes del sistema nervioso autónomo, derivados de enfermedades de origen endocrino, cardiovascular o neurológico, como mal de Parkinson, Alzheimer, esclerosis múltiple, mielitis transversa, neuropatía autonómica, u originados como consecuencia de traumas cerebrales, desarrollos tumorales o enfermedad genética.
- Ciertos tipos de cáncer, como linfomas, leucemia, y tumores de origen neuroendocrino.
- Desórdenes de personalidad transitorios, como la ansiedad.
- Lesiones por malfuncionamiento de las válvulas cardíacas.
- Apnea del sueño.
- Desórdenes como gastritis y reflujo gastroesofágico.
- Algunas enfermedades autoinmunes.
Sudoración nocturna en infantes
Si la presencia de sudores nocturnos en adultos causa molestia, su aparición en los niños genera en sus padres angustia y preocupación.
Al igual que ocurre en los adultos, la variación de temperatura en infantes sigue un ritmo circadiano que se manifiesta por un pico de temperatura corporal al caer la tarde, cerca del anochecer, y un mínimo que se alcanza coincidiendo con la baja de temperatura ambiental antes del amanecer.
Pero, a diferencia de los adultos, los niños suelen desarrollar una actividad intensa justo hasta el momento de ir a la cama y quedarse dormidos, por lo que esa transición, entre la producción de energía para la acción y el descanso y reposición, genera la emisión de esa energía excedente en forma de calor, pudiendo el niño pasar hasta una hora sudando luego de haberse quedado dormido.
Esta sudoración transitoria es normal, y puede verse además incrementada si el infante fue dormido en brazos, tuvo un periodo de mucha actividad y estaba muy cansado antes de dormirse, si peleó por no quedarse dormido, tuvo fiebre en proceso de remisión, ingirió una cena copiosa y poco tiempo antes de ir a la cama, o si ingirió bebidas o postres azucarados, o estaba excesivamente abrigado.
Las situaciones anteriores son normales, sin embargo, pueden presentarse algunas otras que se deben necesariamente hacerse atender por un médico, pues existen ciertos tipos de cáncer -comunes en infantes- que desarrollan como parte de sus síntomas la presencia de sudores nocturnos, especialmente el linfoma no Hodgkin.
¿Cuándo es importante consultar un médico al respecto?
Debido a que existe una amplia variedad de situaciones que dan lugar a la aparición de los sudores nocturnos, cuando esta condición se vuelve recurrente y persiste en el tiempo -alterando la calidad del sueño- es importante asistir a la consulta de un médico que evalúe el cuadro integral del paciente para interpretar el posible origen de estos eventos que trastornan nuestro descanso.
Los sudores nocturnos recurrentes, normalmente acompañados de otros síntomas, como la pérdida de peso, fiebre, dolor focalizado, diarrea o tos, pueden estar indicando el desarrollo de alguna enfermedad aguda o crónica que requiere atención y tratamiento.
El exceso de peso también favorece de forma importante la aparición de sudores nocturnos condicionados por cualquiera de las causas anteriores. Un índice de masa corporal mayor de 30 hace a la persona mas vulnerable al desarrollo de sudores nocturnos que una que mantenga dicho valor en 24, o aun menor.
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