La cirugía bariátrica es una intervención quirúrgica que permite tratar los casos más graves de obesidad. No se trata de una solución mágica, puesto que el trabajo y los cuidados del paciente son indispensables antes y después de efectuada la operación. El paciente ha de seguir una serie de pautas y el proceso de recuperación puede tardar hasta un año.
El paciente pierde entre un 10% y un 40% del peso inicial durante el primer año, siendo un proceso más acelerado durante los primeros 6 meses. La preparación psicológica anterior y posterior es fundamental para que los resultados obtenidos y, en general, todo el proceso de recuperación se desarrolle de una forma eficiente.
Durante el primer mes, el paciente experimentará dolores abdominales, diarrea y vómitos, en especial después de consumir alimentos. Por esta razón es prioritario que se sigan al pie de la letra las indicaciones del especialista, principalmente en temas relacionados con la alimentación, el consumo de un complemento alimenticio multivitamínico para cirugía bariátrica y la reincorporación a la rutina cotidiana.
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Antes de la cirugía
En líneas generales, los cuidados previos se centran en las condiciones del paciente en temas relacionados con los valores en sangre y otros asuntos importantes para el buen desarrollo de cualquier intervención quirúrgica de esta magnitud. Además, se vigilará la medicación que consume el paciente, siendo necesario evitar la aspirina y los antiinflamatorios esteroideos.
También, el paciente tendrá que estar preparado psicológicamente para enfrentarse a los retos que se presentarán en el proceso de recuperación. La operación es solo una parte del proceso, puesto que la preparación se lleva a cabo por parte de un equipo interdisciplinario compuesto por un nutricionista, un neumólogo, un cardiólogo, un endocrino y un psicólogo, además del cirujano a cargo.
Después de la cirugía
El proceso de recuperación tras la cirugía bariátrica es lento y complejo en algunos niveles, principalmente desde el punto de vista psicológico. La operación reduce de forma drástica el tamaño del estómago, considerado como el segundo cerebro, por lo cual el proceso de adaptación es agresivo y hay que estar preparado para la alteración definitiva de los hábitos alimenticios.
A nivel físico, se requiere la realización de curas diarias sobre las heridas hasta el momento en que sean retirados los puntos, lo cual suele ocurrir alrededor de los 21 días. Es importante que se vigilen los síntomas como presencia de pus, fiebre, sangrados o supuraciones de cualquier tipo, señal de que pueda existir algún problema con el proceso de cicatrización.
Uno de los síntomas más habituales son los vómitos y náuseas después de comer, especialmente cuando se ingieren los alimentos de manera muy rápida, no se mastican correctamente los alimentos o se ingieren líquidos junto con la comida. Una de las recomendaciones iniciales es que se realicen cuatro comidas al día, siguiendo la pauta establecida por el nutricionista.
El ritmo intestinal sufrirá un cambio posterior a la cirugía. Es necesario cuidar el tipo de alimentos que se ingieren para favorecer las funciones intestinales. Por ejemplo, si se produce estreñimiento, es posible que se deba a un aporte deficiente de fibra y líquidos en la dieta. Caminar 30 minutos al día y aumentar la ingesta de líquidos es una de las recomendaciones.
Cuando las náuseas, vómitos, diarrea o estreñimiento se producen y permanecen durante muchos días, aun haciendo cambios en la dieta, es necesario contactar con el equipo médico, de forma que se valore un tratamiento más específico y se realice un seguimiento cercano a la situación. También se recomienda la ingesta de suplementos vitamínicos.
Actividad física y regreso a la rutina habitual
El ejercicio físico se iniciará una semana después de completada la cirugía. Sin embargo, se trata de un proceso lento y que debe ser vigilado muy de cerca, ya que el esfuerzo puede ser negativo para la correcta sanación de las heridas. La actividad física regular permitirá que el paciente pierda peso de una forma más acelerada, gracias al consumo de calorías que produce.
Algunas de las actividades que se recomiendan son caminar y subir y bajar escaleras. Estos ejercicios sencillos tienen la capacidad de mejorar el tránsito intestinal y favorecer la pérdida de peso. Tras dos semanas de reposo, el paciente puede retomar sus rutinas habituales, volver al trabajo, pasear, cocinar y cumplir con la mayoría de sus tareas diarias.
Será importante que el paciente no levante peso ni realice abdominales durante el primer mes posterior a la cirugía bariátrica. En cuanto al dolor, será normal que durante las primeras semanas el dolor abdominal sea constante, para lo cual el médico recetará paracetamol o alguna otra clase de analgésico.
En algunas ocasiones, y dependiendo de la técnica aplicada durante la cirugía, el paciente tendrá que utilizar una faja abdominal que le brinde apoyo y le ayude a disminuir la incomodidad causada por las heridas. Si las molestias se extienden demasiado tiempo es importante acudir al especialista para recibir la atención adecuada.
Inmediatamente al salir del hospital, el paciente sentirá vértigo y, con el paso de los días, aparecen algunos síntomas relacionados con la ansiedad de tipo psicológico, así como angustia y temor. Esto es normal y ninguno de estos síntomas será permanente, solo están asociados a la expectativa por la nueva etapa que se inicia.
¿Cuándo se debería acudir al médico?
Si el paciente cumple con los cuidados establecidos por el equipo de especialistas a cargo del procedimiento, no debería ocurrir ningún inconveniente. Sin embargo, será necesario consultar al cirujano con carácter de urgencia en caso de que se presenten cualquiera de los síntomas o situaciones descritas a continuación:
- Vomito cada vez que se ingiere alimentos, incluso cuando se siguen las recomendaciones relacionadas con cantidad de comida y horarios indicados por el nutricionista.
- Diarrea o mal funcionamiento del intestino dos semanas después de la cirugía bariátrica.
- No poder consumir ninguna clase de alimento a causa de la intensidad de las náuseas.
- Fiebres que superen los 38 grados.
- Apósitos con líquido amarillo y que despiden un olor desagradable al momento de las curas diarias.
- Dificultad respiratoria brusca, dolor abdominal súbito o cansancio excesivo.
- Mala tolerancia a la medicación.
- Quedar embarazada.